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10,87 €Sania continuó toda la noche relatando, fiel a su tradición. Sólo al llegar el alba me percaté que se limitaba a mover sus labios y que su garganta no emitÃa sonido alguno. Los cuentos que ella desgranaba en realidad eran mis propios cuentos, mi propia historia. ¿Pudiera ser que yo escribiera realmente palabras que Sania me dictara por medio de alguna sutil hipnosis a la que me habÃa sometido?¿ Pudiera ocurrir que estos cuentos estén escritos por cada uno de ustedes?