Las guerras Astur-Cántabras

Las guerras Astur-Cántabras

Editorial:
Krk ediciones
EAN:
9788483675144
Any d'edició:
Matèria
HIST?RIA
ISBN:
978-84-8367-514-4
Pàgines:
400
Enquadernació:
LIBRO EN OTRO FORMATO
idioma:
CASTELLANO
Ample:
200
Alt:
300
Disponibilitat:
No disponible
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Las muchas generaciones de estudiosos y de personas interesadas por el  pasado que a lo largo de los siglos intentaron tener una idea cabal de las Guerras Cántabras se vieron siempre inmersas en un panorama frustrante y desolador. Desaparecida la parte que la historia de Tito Livio consagraba a este episodio, el sintético resumen de acontecimientos que nos dejaron las versiones de Floro y Orosio, por un lado, y de Dión Casio, por otro, transmite la relevancia de un suceso que es engrandecido por la épica resistencia de los pueblos indígenas y por la presencia del mismo Octavio Augusto, por más que sea despojado, con razón, del vaho propagandista que impregnaba la política personal del César una vez concluidas las guerras civiles. Sin embargo, la dificultad de ordenar cronológicamente la serie de hechos de armas y la pertinaz imposibilidad para situar en el espacio geográfico el elenco de topónimos consignados por aquellos historiadores, los únicos referentes tangibles a que atenerse, sumían los relatos en una impenetrable penumbra.
 
 Los historiadores no se rindieron al desasosiego y desde hace siglos -los frailes L. A. de Carballo y E. Flórez ya desde los siglos XVII y XVIII- trataron de desentrañar el hermetismo de los textos apelando a suposiciones lógicas y a generosa imaginación. Con el paso del tiempo se tejieron y destejieron, así, innumerables reconstrucciones que requerían del lector no poca complicidad y abnegación. Pero ninguna evidencia material vino siquiera a gratificar los esfuerzos desplegados para ofrecer alguna recreación satisfactoria en el paisaje. Todavía a finales del siglo XX, las Guerras Cántabras constituían un capítulo evanescente que cabalgaba a horcajadas del mito inaprensible y de la simulación teórica.
 
 Quizá por ello, por la postergación geográfica y el pequeño tamaño de estas tierras, entre las obras de los biógrafos modernos de Octavio Augusto y del conjunto de los historiadores del mundo romano, el Béllum Cantábricum no ocupa más que unas pocas líneas y aparece siempre desligado de sus consecuencias posteriores, nada despreciables  en las facetas económica y estratégica del Imperio. Y es que, al margen de las parafernalias políticas del momento, la conquista no solo franqueó el acceso a los cuantiosos recursos auríferos del NO peninsular que alimentaron las finanzas de Roma durante casi dos siglos, sino que dio continuidad a las conexiones marítimas por el Atlántico abriéndolas a los traspaíses continentales del occidente europeo.
 
 Las incertidumbres que minaban el conocimiento de las Guerras Cántabras no supusieron mayor contratiempo, por el contrario, para que  este episodio adquiriese una honda repercusión tanto en la historiografía regional de los pueblos afectados, en esencia ástures y  cántabros, como también en la hispana por una suerte de trasunto nacionalista. No en vano las Guerras permitieron completar la integración territorial de la Península y su primera unificación política, por más que tuviera que ser bajo la férula romana. Pero, sobre todo, dieron pie a la gestación del tópico belicoso e irreductible de los pueblos del Norte que ya gozó de predicamento por los literatos romanos; un carácter idiosincrático que, a raíz de la resistencia planteada siglos después a la invasión musulmana por esos mismos actores, sufragaría el origen del Reino de Asturias y, con los matices que se quiera, de la nación española.
 
 Este contradictorio y desalentador estado de cosas, fue de improviso conturbado con el descubrimiento de los primeros campamentos y escenarios de guerra a lo largo del interfluvio Pas-Besaya, a los que siguieron los de La Carisa y otros del N de Palencia y Burgos, subsanando la relegación de algunos hallazgos precedentes -como los de  Castrocalbón y Valdemeda- que, por la precocidad y ausencia de contexto determinante, quedaron envueltos en el reino de la incertidumbre. La plasmación de investigaciones en varios de ellos demostró la contundencia testimonial de los vestigios, así como una espectacularidad expresiva, que guardan consonancia con el destacado papel que debieron asumir en el curso de las Guerras. Y el repertorio de hallazgos no deja de incrementarse hasta la actualidad.
 
 Puede extrañar que en los albores del siglo XXI un conjunto tan espectacular de vestigios hubiese permanecido ajeno a la investigación  en un país de índole moderna. Muchas circunstancias coadyuvaron a ello y no es lugar aquí para pormenorizar en ellas. La sutilidad de muchos restos, su frecuente localización en las remotas cumbres de la&

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